La importancia de una alimentación equilibrada para niños
Como padres, queremos lo mejor para nuestros hijos. Y una de las mejores inversiones que podemos hacer es en su salud. Por eso hoy vamos a hablar sobre los hábitos alimentarios y 3 recetas de desayunos y meriendas.
NUTRICIÓN
Patricia Tchey
9/15/20258 min read
¿Por qué es importante?
La alimentación equilibrada es fundamental en el desarrollo de los niños, ya que un adecuado aporte nutricional durante las etapas tempranas de la vida contribuye no solo a su crecimiento físico, sino también a su desarrollo cognitivo. Desde los primeros años, los niños requieren una variedad de nutrientes esenciales que se obtienen a través de una dieta bien balanceada. Estos nutrientes son vitales para el crecimiento de tejidos, la formación de huesos y la regulación de procesos biológicos cruciales.
Estudios han demostrado que una dieta equilibrada que incluye frutas, verduras, proteínas, granos integrales y productos lácteos proporciona los elementos necesarios para un óptimo desarrollo cerebral. Nutrientes como los ácidos grasos omega-3, encontrados en pescados y nueces, son especialmente beneficiosos para el desarrollo neurológico y la función cognitiva. Una alimentación variada no solo apoya el rendimiento académico, sino que también puede influir en la salud emocional y en el bienestar general de los niños.
La importancia de incluir alimentos de todos los grupos alimenticios radica en que cada uno de ellos aporta un conjunto único de vitaminas y minerales. Por ejemplo, las frutas y verduras son ricas en antioxidantes, mientras que los productos lácteos son una fuente fundamental de calcio y vitamina D. La variedad en la alimentación también ayuda a prevenir deficiencias nutricionales que pueden tener efectos perjudiciales a largo plazo en la salud, tales como la obesidad, diabetes tipo 2 y enfermedades del corazón.
Fomentar hábitos alimenticios saludables desde una edad temprana puede establecer las bases para un estilo de vida sostenible. Incorporar una diversidad de alimentos saludables no debe ser una tarea complicada, sino una oportunidad para disfrutar del proceso y explorar una amplia gama de sabores y texturas. Así, se asegura que los niños no solo crezcan físicamente, sino que también desarrollen buenos hábitos alimenticios que perdurarán toda la vida.
El aumento de tasas de obesidad en niños
En los últimos años, el aumento de las tasas de obesidad infantil ha generado una creciente preocupación a nivel global. Según datos recientes de la Organización Mundial de la Salud, se estima que 39 millones de niños menores de cinco años tenían sobrepeso o eran obesos en 2020, y esta tendencia se ha manifestado de manera alarmante en diversas regiones del mundo. Esta problemática se extiende también a niños en edad escolar, con un incremento notable en los índices de obesidad debido a una combinación de factores que afectan los hábitos de vida.
Uno de los factores más significativos detrás de la obesidad infantil son los malos hábitos alimenticios que se han vuelto prevalentes. Muchos niños consumen alimentos ultraprocesados que son altos en azúcares y grasas saturadas, así como bebidas azucaradas, lo que contribuye a un excedente calórico que favorece el aumento de peso. Este fenómeno se ve agravado por la falta de actividad física. La sedentarización, promovida en gran medida por el uso excesivo de dispositivos electrónicos, limita significativamente el ejercicio necesario para un desarrollo saludable.
Además, la publicidad de alimentos poco saludables dirigida a los niños juega un papel crucial en la formación de sus preferencias alimentarias. Los anuncios coloridos y atractivos, generalmente asociados con recompensas emocionales, fomentan la elección de opciones alimenticias perjudiciales en lugar de alternativas más nutritivas. Las consecuencias de la obesidad en la infancia son preocupantes, ya que pueden incluir problemas de salud inmediata, como diabetes tipo 2 y trastornos cardiovasculares, así como repercusiones a largo plazo, que podrían persistir hasta la adultez. Por lo tanto, es esencial abordar este problema integralmente, promoviendo cambios en la dieta y fomentando estilos de vida más activos para garantizar el bienestar futuro de los niños.
Desayunos y meriendas saludables para niños
El desayuno y la merienda son momentos clave en la alimentación de los niños, donde una opción saludable puede marcar la diferencia en su desarrollo y bienestar general. A continuación, se presentan tres recetas de desayunos y meriendas que son sencillas de preparar y que seguramente disfrutarán los más pequeños. Estas opciones no solo son deliciosas, sino que están diseñadas para ser nutritivas y equilibradas, promoviendo así el consumo de frutas, verduras, granos enteros y proteínas saludables.
Comencemos con los desayunos. La primera receta es un batido de plátano y fresas. Para prepararlo, bastará con mezclar un plátano maduro, unas fresas, una cucharada pequeña de crema de almendra y una taza de leche (puede ser de almendra o de avena). Este batido es rico en fibra y vitaminas, lo que proporciona energía para comenzar el día.
La segunda opción es tostadas integrales con aguacate y huevo. Tostar una rebanada de pan integral y añadir un aguacate aplastado junto con un huevo cocido o revuelto es una forma excelente de incluir grasas saludables y proteínas en el desayuno. La combinación aportará saciedad y valiosos nutrientes para los niños.
Finalmente, unas panquecas de avena y frutas son ideales para un desayuno divertido. Mezclar avena, plátano, un huevo y un poquito de leche para hacer la masa, y luego cocinarlas en una sartén caliente. Servirlas con rodajas de fresas o arándanos hará que se vea y sepa delicioso.
En cuanto a las meriendas, una opción es el yogur natural con frutas y semillas. Simplemente se mezcla yogur con trozos de frutas y se espolvorean semillas de chía o de girasol. Esta merienda es rica en probióticos y nutrientes esenciales.
Otro ejemplo es el hummus con bastones de verduras. Preparar hummus a base de garbanzos y servirlo con zanahorias, apio y pimientos crudos fomentará en los niños una relación positiva con las verduras.
Por último, las mini brochetas de fruta son siempre un éxito. Consisten en ensartar trozos de frutas variadas en palillos, lo que hace que la fruta sea más atractiva para los niños y puede ser una actividad divertida para hacer juntos. Involucrar a los niños en la preparación de estas comidas no solo los educa sobre alimentación balanceada, sino que también fomenta hábitos alimenticios saludables desde pequeños.
Consejos para tener hábitos saludables
Conseguir que los niños coman frutas y verduras a veces puede parecer como intentar resolver un rompecabezas complejo. Como padres, sabemos lo importante que es para nuestros pequeños una dieta equilibrada rica en vitaminas y minerales. Pero seamos realistas: conseguir que dejen la merienda y cojan una zanahoria puede ser un reto. ¡Pero no te preocupes! Aquí tienes algunos consejos divertidos para ayudar a tus hijos a descubrir el colorido mundo de las frutas y verduras.
Hazlo divertido. Una de las maneras más fáciles de que los niños se entusiasmen con las frutas y verduras es hacer que comerlas parezca un juego. ¡Sé creativo! Intenta convertir las rodajas de manzana en caras graciosas o coloca verduras de colores formando un arcoíris en su plato. También puedes incorporar nombres divertidos; por ejemplo, llama al brócoli "mini árboles" o a las zanahorias "cohetes naranjas". Este tipo de juego puede hacer que la comida sea mucho más atractiva.
Haz que participen. A los niños les encanta sentirse parte de la acción. Llévalos al supermercado y deja que escojan sus propias frutas y verduras. Dales opciones y anímalos a elegir algo nuevo y emocionante. Una vez en casa, puedes involucrarlos en el proceso de cocción: lavando, pelando o mezclando la ensalada. ¡Cuando los niños juegan un papel activo en la preparación de su comida, es más probable que quieran comerla!
Los batidos son tus mejores amigos. Si tus hijos se resisten a morder una pieza de fruta o masticar una verdura, los batidos pueden ser un cambio de juego. Ni siquiera sentirán el sabor de las verduras, y les darás un montón de nutrientes. Déjalos experimentar con diferentes sabores, ¡es como un experimento científico que pueden beber!
Crea un plato colorido. ¡La presentación importa! Un plato que se vea tan vibrante como un arcoíris puede ser mucho más atractivo que un tazón de brócoli simple al vapor. Organiza su comida de una manera divertida y no tengas miedo de mezclar y combinar colores. Involucra a tus hijos en la creación de sus platos coloridos y pídeles que elijan sus colores favoritos entre las frutas y verduras disponibles.
Predica con el ejemplo. Los niños imitan lo que ven. Demuéstrales cuánto disfrutas comer frutas y verduras incluyéndolas también en tus comidas. Comparte tu entusiasmo: "¡Mira este melocotón jugoso!" o "¡No puedo esperar a mi ensalada!". Si te ven comiendo una variedad de frutas y verduras, estarán más inclinados a probarlas. Incluso puedes convertir en una tradición familiar comer frutas y verduras como refrigerios durante las noches de cine o los picnics.
Mantenlo visible. A veces, ojos que no ven, corazón que no siente. Coloca un frutero colorido en la encimera de la cocina o en el refrigerador a la altura de los ojos. Cuanto más visibles sean las frutas y verduras, más probable es que tus hijos las tomen cuando tengan ganas de picar algo. Abastécete de frutas para picar como uvas, manzanas o palitos de zanahoria, para que siempre estén a mano.
¡Usa el pan integral! A los niños les encanta mojar. Convierte esas verduras en un bocadillo divertido ofreciendo una variedad de salsas: el hummus, el yogur o el aderezo ranchero pueden hacer que las zanahorias o los palitos de pepino sean irresistibles. ¡Incluso un poco de crema de cacahuete puede hacer que las rodajas de manzana se sientan como un capricho! Es más probable que los niños mastiquen frutas y verduras si hay una salsa deliciosa involucrada.
Preséntalos gradualmente. Cuando se trata de nuevos alimentos, la paciencia es clave. No presiones a tus hijos; en cambio, introduce nuevas frutas y verduras gradualmente. Tal vez comiences con una pequeña porción junto con su plato favorito y déjalos decidir si quieren más. La exposición repetida es importante; a veces puede tomar varios intentos antes de que adopten un nuevo alimento, ¡así que no te rindas demasiado pronto!
Celebra los pequeños triunfos. Siempre que tu hijo pruebe una nueva fruta o verdura, ¡celébralo! Choca esos cinco o grita lo orgulloso que estás de su espíritu aventurero. El refuerzo positivo puede motivarlos a seguir probando cosas nuevas. Incluso podrías crear una tabla de pegatinas para seguir su exploración de nuevos sabores, lo que lo convierte en un pequeño desafío divertido.
Edúcalos. A veces, el conocimiento puede despertar el interés. Comparte datos divertidos sobre las frutas y verduras que estás sirviendo. Por ejemplo, ¿sabías que las zanahorias originalmente eran moradas? ¿O que los plátanos son bayas? Cuando los niños aprenden algo interesante sobre su comida, es más probable que quieran probarla.
Prepara golosinas saludables ¡Cambia los bocadillos poco saludables por deliciosas golosinas frutales caseras! Congela uvas o haz paletas de frutas para un refrescante capricho de verano. También puedes hornear deliciosos muffins o galletas de avena con frutas añadidas como plátanos o arándanos. Estos pequeños y dulces cambios pueden tener un gran impacto en su disposición a comer alimentos más saludables.
Las frutas y verduras pueden convertirse en una parte divertida de las comidas de tu familia con un poco de creatividad, paciencia y entusiasmo. Recuerda, se trata de hacer que la experiencia sea agradable y sin presiones. Con estos consejos, tus pequeños comerán sus frutas y verduras en poco tiempo. Pero la teoría es solo el principio, si buscas una guía, nuestra asesoría nutricional es el siguiente paso.
